Día internacional de las trabajadoras del hogar “El empleo doméstico está mal visto, no son conscientes de que igual que ellos van a la oficina tú trabajas en su casa”

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Nueve de cada diez personas ocupadas en empleo doméstico en España son mujeres. En España más de 630.000 personas están ocupadas en empleo del hogar. Un 30% de ellas trabaja en negro, según las estimaciones de la OIT. La ley exige que estén dadas de alta, pero no reconoce el derecho al paro. La OIT pide a España que ratifique el Convenio 189 para acabar con esta desigualdad.

“Aguantas carros, carretas y carretones. Si estamos en esto es porque nos hace falta el dinero”. Conchi tiene 55 años y lleva más de tres décadas limpiando casas, pero apenas tiene 11 años cotizados. “Como siga así no voy a cobrar nada de pensión”, se lamenta esta mujer que asegura haber visto de todo en este tiempo, incluso, compañeras que aceptan trabajar por tres euros la hora.

“El trabajo en casa está mal visto. Las personas que te contratan no son conscientes de que igual que ellos van a la oficina tú vas a su casa y que, cuando llegan, está todo limpio porque hay alguien que ha estado trabajando”, resume esta mujer empleada por horas con motivo del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar que se celebra este jueves 30 de marzo.

Nueve de cada diez trabajadores domésticos en España son mujeres. Además de sentirse infravaloradas, carecen de derechos que sí disfrutan otros trabajadores, como el cobro del paro en caso de desempleo. Pertenecen a un sector donde la economía sumergida está al orden del día.

Un tercio del trabajo del hogar sigue siendo en negro

El trabajo en negro sigue siendo una de las ‘manchas’ del sector en España. El empleo doméstico no declarado supera el 30%, diez puntos porcentuales por encima de otros sectores, según denunció el pasado mes de septiembre la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Para hacer esta estimación, la OIT compara el número de personas que se declara ocupada en empleo del hogar en la Encuesta de Población Activa del INE -tengan o no contrato- con el número de afiliaciones a la Seguridad Social.

A finales de 2016, en España había 630.100 ocupados como personal doméstico -lo que representa el 3,4% de los ocupados- entre mujeres (556.400) y hombres (73.600), según la EPA del cuarto trimestre. Sin embargo, el número medio de afiliaciones en el sistema especial del hogar fue solo de 427.845 en el pasado mes de diciembre.

Hasta 2012 no era obligatorio dar de alta en la Seguridad Social a los trabajadores domésticos si no superaban un determinado número de horas. La reforma legal de 2011 -que los incluyó en el Régimen General en el sistema especial de empleados de hogar- obliga a los empleadores a pagar las cotizaciones desde la primera hora contratada.

El objetivo de la reforma fue que los empleados domésticos pudieran cobrar una pensión y cogerse la baja en caso de accidente laboral, pero la nueva ley dejó fuera las cotizaciones que dan derecho a cobrar el subsidio de desempleo. Esta situación es especialmente grave en el caso de las internas que cuidan a personas dependientes y que se pueden ver en la calle sin ningún ingreso de la noche a la mañana cuando fallece la persona a la que han atendido durante años.

El Convenio 189 que España no ratificará “a corto plazo”

El director de la OIT en España, Joaquín Nieto, explica a RTVE.es que la reforma legal supuso “un gran avance” ya que antes el trabajo en negro afectaba al 70% y solo estaban dados de alta el 30% de los empleados del hogar y ahora la proporción se ha invertido. “Fue un salto espectacular y ahora hay que dar el segundo” con la ratificación por parte de España del Convenio 189, adoptado en junio de 2011 por la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT, para equiparar el trabajo doméstico al resto en derechos.

A día de hoy han suscrito el convenio 23 países, entre ellos seis de la Unión Europea -Alemania, Bélgica, Finlandia, Irlanda, Italia y Portugal- y Suiza, según detalla Nieto, quien incide en que existe un “amplísimo respaldo social y político” para que España ratifique el Convenio 189.

Fuentes del Ministerio de Empleo y Seguridad Social consultadas señalan, sin embargo, que “a corto plazo” no está en la agenda “más inmediata” del Gobierno ratificar este convenio porque supondría un aumento del gasto al obligar a cambiar la ley para reconocer el derecho al paro a los empleados del hogar en un momento en el que todavía no hay nuevos presupuestos.

Equiparar derechos para acabar con la economía sumergida

Magdalena Díaz Gorfinkiel, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y colaboradora externa del estudio de la OIT Impacto de las reformas legislativas en el sector del empleo de hogar en España, relaciona directamente la falta de igualdad de derechos con el hecho de que todavía un tercio del sector esté dentro de la economía sumergida.

Esta experta señala que es necesario “acabar con los huecos” que tiene la legislación actual para que las trabajadoras del hogar no tengan la “sensación de discriminación” que sufren ahora y que hace que algunas no vean la ventaja de estar dadas de alta.

Lo “más apremiante” para Díaz Gorfinkiel es garantizar que coticen por desempleo para poder cobrar paro, pero también eliminar la posibilidad de despedir por desistimiento, es decir, alegando pérdida de confianza. En este caso la indemnización es de 12 días por año trabajado frente a los 20 del despido improcedente.

“Soy licenciada en Administración de Empresas pero no puedo aspirar a nada, la única alternativa es el trabajo del hogar“

Esta profesora de la Carlos III de Madrid da dos ideas más para luchar contra el fraude: bonificar las cotizaciones a la Seguridad Social a largo plazo para incentivar que los empleadores den de alta a los trabajadores del hogar y mejorar los sistemas de inspección para acabar con la “sensación de impunidad” que existe entre aquellos que no quieren regularizar la situación de las personas que trabajan en su hogar.

Yoli es una de las mujeres empleadas del hogar que trabaja en negro en España. Esta paraguaya de 38 años está como externa a tiempo completo en casa de una pareja mayor. Explica que no le pueden dar de alta porque no tiene papeles, pero espera que pronto le den la residencia y legalizar su situación. “Soy licenciada en Administración de Empresas pero no puedo aspirar a nada, la única alternativa es el trabajo del hogar”, explica a RTVE.es esta mujer que aun así se siente afortunada porque gana 1.500 euros al mes cuando hay internas que apenas llegan a los 800 euros.

“Toca trabajar el doble para tener derecho a la jubilación”

La secretaria de Servicio Doméstico Activo (Sedoac), Marta Arboleda, denuncia que el empleo en el hogar es un “trabajo invisibilizado y no reconocido” y exige a España, como la OIT, ratificar el Convenio 189 para mejorar su situación.

Arboleda reconoce que hay mujeres que “dicen que prefieren trabajar en negro” porque sus empleadores en lugar de pagar las cotizaciones aparte restan las cuotas de la Seguridad Social de los 10 euros a la hora que cobran por limpiar “cuando no deberían salir de lo que les pagan”. También denuncia que hay familias que solo aseguran a la empleada por unas horas y el resto se lo pagan en negro o empleadores que directamente se niegan a darlas de alta.

“A una interna le daban un huevo para comer en todo el día, le deja a uno de piedra“

El resultado es que “toca trabajar el doble” para tener derecho a la jubilación, añade Arboleda, quien señala que ya hay mujeres de cincuenta o más años que van a tener problemas para cobrar una pensión porque no han cotizado lo suficiente y ya no les dará tiempo.

Desde Sedoac denuncian también las condiciones en las que trabajan las empleadas domésticas, sobre todo las internas, que a menudo sufren abusos y humillaciones. Hace un par de semanas les llegó el caso de una mujer a la que solo daban un huevo para comer en todo el día. “Le deja a uno de piedra que esto ocurra en pleno siglo XXI”, subraya Arboleda, que también constata que hay casos de acoso sexual.

“Me dijo que si era cariñosa me iba a pagar un buen sueldo”

Es lo que le pasó a Patricia, una bolivariana de 53 años con nacionalidad española, cuando todavía no tenía residencia legal. “Yo estaba buscando trabajo como empleada de hogar y un señor me citó en la boca del metro y me dijo que subiera a su coche. Me dijo que si era cariñosa con él me iba a pagar un buen sueldo y me intentó tocar la pierna. Me asusté, cogí la manija de la puerta y salí pitando”, explica a RTVE.es por teléfono esta mujer que prefiere no dar su verdadero nombre.

“Cada casa es un mundo y hay muchas irregularidades cuando no hay papeles“

Patricia lleva diez años en España y en este tiempo le ha pasado de todo, asegura: “Cada casa es un mundo y hay muchas irregularidades cuando no hay papeles”. Desde hace siete años trabaja de interna en la misma casa pero se queja del sueldo -700 euros sin ningún aumento desde que entró- y del trato, que no es el mejor.

“La mayoría del tiempo lo he pasado muy mal, con depresiones. Estuve a punto de tirar la toalla pero no me podía permitir el lujo de volver a mi país”, explica Patricia, que ahora acude a Sedoac para conocer mejor sus derechos.

Precisamente, desde la Asociación de Trabajadoras del Hogar Etxeko Langileen Elkartea (ATH-ELE), una asociación que opera en el País Vasco, subrayan que la salud laboral es otro de los temas principales porque se dan casos de “agotamiento físico y mental” entre estas trabajadoras que a menudo sufren estrés y ansiedad.

Alerta sobre las agencias de colocación

Sarai Arce, militante de ATH-ELE, señala que el trabajo del hogar sufre una “invisibilidad histórica” que tiene que ver, en su opinión, con que es un trabajo realizado mayoritariamente por mujeres. “Esta explotación no es por razón de clase, tiene relación con la discriminación sexista. Si estos trabajos fueran realizados por hombres no se darían de esta manera”, incide desde una perspectiva feminista.

En ATH-ALE alertan también sobre las agencias de colocación, empresas que facilitan a empleadas de hogar a las familias que quieren contratar a trabajadoras domésticas -normalmente internas- previo cobro de una comisión. Sarai Arce las define como agencias “vampiras” que hacen negocio “a costa de la salud de las empleadas” porque no respetan los descansos legales. “Si pides una trabajadora de lunes a domingo te la consiguen. ‘Sí, sí, lo que usted quiera’, te dicen”, asegura esta militante que pide que sean los servicios públicos de empleo quienes se encarguen de esta intermediación.

Desde Sedoac, Marta Arboleda también denuncia el funcionamiento de algunas de estas agencias de colocación, que en algún caso llegan a cobrar a las trabajadoras por hacerles una entrevista cuando solo pueden cobrar al empleador y nunca detrayendo ese dinero del sueldo de la persona que trabaja en el hogar.

Aplicaciones para contratar limpieza por horas

En los últimos años y al margen de estas empresas de colocación han surgido aplicaciones que permiten contratar por horas a personas para las tareas del hogar a través de internet. Helping es una de ellas pero ya no funciona en España. Esta plataforma, que se mantiene operativa en nueve países, exigía que todos sus trabajadores estuvieran dados de alta como autónomos.

Entre estas aplicaciones está también Clintu, un “marketplace” a través del que se reservan unas 15.000 horas mensuales, según detalla a RTVE.es su fundador Alex Espel Ribera a través de un cuestionario escrito. “La idea surge a finales de 2014 viendo la necesidad de plataformas digitales donde encontrar personas de confianza para realizar la limpieza. A las cleaners les cuesta llenar su agenda y a los usuarios personas de confianza para limpiar”, señala.

Espel explica que el usuario es el que paga directamente a la trabajadora del hogar el precio acordado y que esta última paga a Clintu en función del uso que hace de la app a través de la que le llegan las peticiones de servicios: “Es siempre una comisión baja y variable dependiendo de la urgencia del servicio, duración, etc. Normalmente oscila entre un 7-10%”. En su página web, Clintu recuerda que el alta en la Seguridad Social es responsabilidad del usuario. Ni a Sedoac ni a ATH-ALE le constan, por el momento, quejas sobre el funcionamiento de estas aplicaciones.

Las cooperativas de limpieza como una opción

Melida lleva cerca de 15 años en España y apenas tiene cotizados dos años y pico a pesar de no haber dejado de trabajar. Desde hace un año esta ecuatoriana de 46 años con nacionalidad española trabaja a través de la Cooperativa Valenciana de Empleadas del Hogar, que surgió según explica su presidente, José Pomares, después de constatar que muchas personas mayores eran reticentes a dar de alta a las trabajadoras porque no sabían muy bien cómo hacer el papeleo tras la reforma de 2012.

La diferencia fundamental de trabajar a través de una cooperativa es que las empleadas están dadas de alta en el régimen general de la Seguridad Social como cualquier otro trabajador de manera que tienen derecho a desempleo. “Esa es la diferencia entre antes y ahora, que si me despiden cobro paro”, señala Melida.

En Valladolid funciona la cooperativa Entrevecinos, surgida del movimiento vecinal y que actualmente tiene contratadas a 18 personas por horas para trabajo de limpieza y ayuda a domicilio, entre ellas Conchi, la mujer que abre este reportaje. “Algunas tienen su primer trabajo de limpieza de una manera legal. Luchamos contra el dinero negro generando las primeras cotizaciones a mujeres de 40 años”, explica su gerente, José Andrés Herranz.

Las cooperativas son una opción para evitar las desventajas que tiene el sistema especial de empleados del hogar, pero tal y como advierte Magdalena Díaz Gorfinkiel, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, “no se puede pretender que todo el mundo forme cooperativas, es una alternativa” pero no la solución a la situación de las empleadas de hogar.

Esperanza Camarasa, de Abierto Hasta el Amanecer Sociedad Cooperativa, imparte talleres para ayudar a las mujeres a constituir sus propias cooperativas desde hace años e incide en la misma idea. “No vamos a meter a nadie en una piscina sin agua”, explica Camarasa, que destaca, no obstante, que muchas de ellas han tenido negocios en sus propios países.

LSB-USO
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