La mayor esperanza de vida endurece el acceso a las pensiones en todo el mundo

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El galopante desequilibrio en las cuentas del sistema –18.609 millones previstos este año– han forzado la búsqueda de nuevos cambios. Será la sexta reforma en el periodo democrático y, posiblemente, la primera en que todos los partidos contemplen una fuente extraordinaria de ingresos, ajena a las cotizaciones, y que puede tener tres vías: la primera es crear un impuesto específico para financiar las pensiones, poco probable.

La segunda posibilidad es dedicar a este fin una parte de los impuestos ya existentes, algo más factible. Y la tercera, que los tributos sostengan las pensiones de viudedad y orfandad, opción que tiene posibilidades de prosperar.

España no el único país que sufre tensiones financieras en su sistema de pensiones. El imparable aumento de la esperanza de vida ha desequilibrado las cuentas tanto de los sistemas de reparto como de capitalización en todo el mundo y ha provocado reformas en cascada para hacer frente a los problemas, bien de sostenibilidad, de suficiencia o cobertura del sistema.

Como España, la mayor parte de los países han optado por retrasar la edad de jubilación o por aprobar incentivos para prolongar de forma voluntaria la vida laboral, según pone de manifiesto el estudio «Pensiones en transición» elaborado por el Instituto Aviva, en el que se advierte de que «la mayoría de países incorpora reformas con lentitud y cortoplacistas» y que solo «Australia, Singapur y Suecia han iniciado reformas de verdadero calado y con vistas al largo plazo». Pero según este trabajo los cambios que están en curso y las innovaciones radicales llevarán a todos los países a una transición en la que se estrecharán las diferencias que hoy existen entre los distintos países y modelos.

La mayor parte de los cambios que se están realizado afectan a las pensiones de jubilación, tanto por su mayor peso económico sobre el total de prestaciones como por su relación directa con los cambios demográficos de longevidad.

Estas son las principales modificaciones:

La mayoría opta por retrasar la edad
La mayoría de los países ha retrasado la edad legal de retiro, salvo los emergentes que no tienen que afrontar problemas por el aumento de la esperanza de vida. La mayor parte ha llevado la edad hasta los 67 o 68 años y las reformas más duras se están aplicando en el sur de Europa. España, con el retraso desde los 65 años hasta los 67 años en 2027 es un ejemplo. Portugal lo ha hecho hasta los 66 años la edad y ha vinculado la medida al aumento de la esperanza de vida, igual que Italia, Dinamarca y Holanda. Irlanda es el país europeo que más lejos ha ido al establecer la edad legal de forma progresiva desde los actuales 66 años a los 68 años.

En Australia discuten una nueva ampliación a los 70 años en 2035 y el Parlamento sueco debate desde 2103 la conveniencia de elevar la edad de jubilación por encima de 75 años. Y recientemente el Banco Central de Alemania apostó por situar la edad de retiro de los alemanes en los 69 años.

Otro grupo de países ha acordado eliminar la brecha de género entre hombres y mujeres, endureciendo en mayor medida el acceso de estas últimas a la pensión. Por ejemplo Polonia pasará de los actuales 60 años de las mujeres y 65 de los hombres a los 67 años de estos últimos en 2020 y en 2040 para ellas.

Más años cotizados
Son varios los países europeos que han combinado el retraso en la edad de jubilación con la exigencia de cotizar más años para cobrar la pensión máxima. Es el caso de España, donde los años exigidos se ampliaron en 2011 hasta los 37 años en 2027. En Francia, el incremento se implementará hasta los 43 años en 2035, lo que supone prácticamente toda la vida laboral.

Ampliaciones del periodo de cómputo
Son frecuentes entre los cambios realizados por los países las ampliaciones en el periodo de cómputo para calcular la prestación, sobre todo en el sur de Europa. Lo más frecuente es incrementarlo hasta alcanzar toda la vida laboral. La excepción es España, donde el aumento se realizará de forma progresiva hasta 25 años desde los 15 años que había en 2013. En Estados Unidos también se está valorando la ampliación del número de años que se utiliza para el cálculo de la pensión.

Desligar las revalorizaciones del IPC
La forma en la que se actualizan las pensiones cada año también ha sido objeto de cambios. En España, Alemania y Suecia, entre otros, la actualización se realiza hoy con una fórmula que tiene en cuenta la evolución del número de pensiones y la situación presupuestaria del sistema.

Recorte de las tasas de sustitución
Las reformas más drásticas son aquellas encaminadas a reducir la cuantía nominal de las pensiones, es decir, las tasas de sustitución. En esta línea se sitúan Brasil, que propone reducir la cobertura pública desde el 80% actual hasta el 50% y Australia, donde se endurece el control del patrimonio de cara a la concesión de las pensiones a partir de este 2017. En España a partir de 2019 comenzará a aplicarse un factor de sostenibilidad, que no es más que un ajuste en la cuantía a percibir por el beneficiario que está ligado a la esperanza de vida.

Jubilación anticipada más dura
Varios países europeos, entre ellos Francia y Alemania, favorecieron la jubilación anticipada para largas carreras de cotización, aunque debido a las necesidades financieras del sistema de pensiones, esa edad pasará de los 60 años en Francia y los 63 en Alemania a los 65 años –en el país germano se permite desde 2014 el retiro a los 63 si se han cotizado al menos 45 años, opción que ha tenido tal acogida que ha encendido las alarmas en el país–. España también penalizó los retiros anticipados en 2011. La jubilación forzosa pasará de forma progresiva de 61 años a 63 años y la voluntaria de 63 años a 65 años.

Incentivos para prolongar la vida laboral
Entre los incentivos para prolongar la vida laboral el más recurrente es permitir la compatibilidad entre la pensión y el salario, algo que ocurre sin límites en Irlanda, en Europa, o Estados Unidos.

Cuentas nocionales: el caso de Suecia
El modelo sueco de cuentas nocionales se recomienda por los expertos como una opción para aquellos países donde la esperanza de vida es alta, como ocurre en España. Este sistema está basado en las aportaciones que realizan los trabajadores durante toda su carrera laboral a una cuenta individual. La pensión de jubilación se calcula en función de lo aportado toda su vida respecto a unas reglas actuariales, por lo que se vinculan directamente a cotizaciones y prestaciones. Así el coste de la cotización para el trabajador se convierte en un salario diferido puesto que lo recibirá como prestación cuando se jubile.

Cotizaciones, principal fuente de financiación
La mayor fuente de financiación de las pensiones en el mundo siguen siendo las cotizaciones; los impuestos ganan terreno pero poco a poco. Existen notables diferencias entre países. Los tipos más altos se producen en el sur de Europa, en el entorno del 27%. Por países destaca Holanda (34%), Italia y España, del 33% y el 28,3% respectivamente.

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