Esclavos con contrato

Tiempo de lectura aproximado: 3 minutos

El salario mínimo interprofesional es la retribución mínima que un trabajador puede percibir, independientemente del tipo de contrato laboral y del sector y tomando como referencia la jornada. La última vez experimentó una subida de 1,75 euros y se colocó en 23,59 euros por jornada.

El objetivo del salario mínimo es doble. Individualmente, impedir la explotación del trabajador y, colectivamente, mantener a la población en unos niveles de renta que permitan incentivar el consumo. En el mercado español hay ofertas laborales que ni siquiera se acercan al mínimo. David Aguilar Llopiz (22) está en mala edad (casi todas lo son) y tiene que escuchar ofertas como esta: para repartidor de un restaurante de Burger King en una localidad sureña del cinturón de Madrid, 500 euros mensuales brutos. Que realmente son una trampa: “Después me dicen que, como soy el conductor del vehículo, tengo que pagar el gasóleo.

Pero me explican que es una furgoneta diésel que consume poquísimo”. Eso deja, seguramente, su salario bruto de cada mes en unos 300 euros y convierte en un arcaísmo la palabra ‘mileurista’. Su semana laboral será de seis días, de manera que la remuneración real del chico no estará muy por encima de una cifra que se está manejando en las zonas más deprimidas de Madrid y otras capitales: 10 euros no por hora, sino por jornada. El empleador le insinúa que seguramente deba trabajar diez horas al día o más, aunque no concreta. La cuenta es sencilla: un euro bruto por hora. Una cifra que no le permitiría ir al local con el coche de segunda mano que adquirió hace años, ni tampoco comer todos los días. Ni en la hamburguesería. David dice que solo quiere una oportunidad. “Me gusta trabajar y es lo único que deseo hacer… incluso por poco sueldo. Pero no perdiendo dinero”.

En ocasiones, la necesidad lleva a algunos aspirantes a aceptar ofertas que los perjudican. Cualquier contrato laboral debe ser conforme con el estatuto de los trabajadores y con el convenio colectivo. Pero, en este clima de precariedad, es posible dar a firmar al desempleado contratos perfectamente legales y luego incumplirlos. Una empresa de carteles para las paradas de autobuses de un polígono industrial de Navalcarnero suele contratar empleados ofreciéndoles un horario legal. Cuando transcurren las horas de rigor, el encargado suele advertirles a los jóvenes trabajadores que quizá tenga que cerrar la empresa si el trabajo acumulado no se termina.

Ellos se quedan al pie del cañón hasta cuatro horas más, pero ahora gratis. Otra posibilidad muy usual es que el empresario anuncie desde el principio que la jornada será de más de doce horas o más. El restaurante Rías Galegas de Xanadú, en Arroyomolinos, le hace a S. (23 años) una oferta oral que anuncia que la salida del trabajo será “al cierre”. El empleador advierte a título orientativo que está hablando de unas trece horas de jornada. El salario, 35 euros brutos al día.

La edad no es un problema solamente para los jóvenes, como afirman los políticamente correctos, sino también para los parados de cuarenta años o más. La obsesión por contratar lo más barato posible hace que algunas empresas descarten a estas personas por considerarlas demasiado formadas y lo hagan antes incluso de empezar los procesos de selección:

Pero, en realidad, el listón que obliga al trabajador a retirarse prematuramente por edad ni siquiera está en los cuarenta. Otros anuncios exigen una buena cualificación, pero colocan la barrera de caducidad en plena juventud:

El mercado español registra ofertas con discriminación por edad, prácticas de mercado abiertamente ilegales y también esos otros abusos amparados bajo contratos legales cuyas condiciones luego jamás se cumplen. Además, generalmente asigna los mejores puestos discrecionalmente, sin publicidad. Algunas ofertas laborales, especialmente de trabajo callejero, plantean incluso exigencias de productividad peligrosas para el trabajador. Mensajeros con moto que solo pueden hacer rentable su jornada si se la juegan en medio del tráfico y repartidores con bicicletas equipadas con grandes baúles que las convierten en inestables. Consecuencias de la precariedad en el empleo llevada al límite.

LSB-USO
Siguenos en: